martes, 16 de mayo de 2017

Sobre la violencia antes llamada "doméstica"




Hace más de 10 años, hacía poco tiempo que había llegado a España e influida por los sucesos que ocurrían escribí un texto que titulé “La violencia no se domestica” (1). Utilizando la riqueza de la lengua quedó expresado en aquel titular el meollo del problema: El remedio no es la educación –y así se ha visto-. 

Se trata de un fenómeno complejo que supone diversos factores que lo entrañan, uno de ellos es los celos. A diario escuchamos información sobre actos de violencia ejercidos despiadadamente sobre las parejas, esos actos muchas veces son desencadenados  por celos.

Pero qué son los celos. Freud los ubicó junto con la tristeza entre lo que llamó estados afectivos, y distinguió los celos normales de los celos delirantes. El delirio de celos se ubica entre las  pasiones anómalas mientras que los celos son una respuesta a lo que impide lograr la ansiada complementariedad entre lo femenino y lo masculino.

El celoso intenta destacar lo que tiene de imposible la relación entre el hombre y la mujer creando un círculo vicioso sostenido entre celos y mentiras, entre desconfianza y engaño, entre ausencia/deseo y presencia/decepción. Lo inaccesible funciona como punto de partida y el misterio como motor. Se sostienen en la angustia que produce la ausencia, ya que para que haya celos tiene que haber obstáculos para poseer a la persona amada, cualquier razón que funcione como separación entre uno y otro.

Y también hace falta lo oscuro, eso que hace crecer la duda y que puede albergar los peores pensamientos. La imaginación celosa es sospechosa al punto de suponer infernal el mundo que el otro oculta. Tan polimorfos son los celos que tanto la precisión como la imprecisión hacen a la imaginación más intensa y dolorosa. 

El secreto que persiguen los celos es eso que el otro calla pero que supuestamente experimenta. Los celos son una patología del amor que se ven afectados por dos condiciones: que haya sufrimiento pero que a la vez intervenga el deseo.

La conjunción de violencia y amor es explosiva, “…esto es jugar con fuego, y culmina, apenas el sujeto es capaz de hacer algo, en el exterminio inmediato.” (2) 

La violencia está vinculada al acto, no se articula con la palabra. Es decir que un trabajo que permita decir aquello que la entraña podría impedir que ese acto tenga lugar, quizás. Vale la pena intentarlo.

Han pasado  los años y la violencia de género no sólo se ha hecho más frecuente sino que ahora  involucra también a los niños.

Patricia Heffes




(1) “LetraUrbana, Al borde del olvido”, LetraUrbana.com Nº6.
(2) Lacan, J., El Seminario Libro 1, Ed.Paidós, Buenos Aires, p. 255.


 

No hay comentarios:

Publicar un comentario